lunes, 21 de enero de 2013

Movimiento «ostinato» para cantante callejero de Orán, mobiliario urbano y, tal vez, un par de flautas.

 

 

 

 

#1: Cheb

 

ÉL PENSABA despojar su nombre

del distintivo «Cheb*». Por mucho

que al público le gustase tal

denominación, él ya no se reconocía

joven.

Sus primeros pasos los dio sobre

una carretera de mal extendida grava, concurriendo

al entorno ciertos curiosos que, de pronto, lo

admiran y lo acompañan a través de tan escarpado

pavimento. Ahora, el arrojo ya no era el mismo; el canto

se acartona si no se desechan los viejos clichés,

la madurez se abraza o se esquiva, pero ya nunca

abandonará su forma de sombra, de la propia sombra

adherida al hueso. ¡Había que dejar de ser «Cheb»!

 

Mal momento –ya saliendo

de estos pensamientos–

para el paseo en coche por

la ciudad. Se han vaciado las

calles, arden neumáticos, gritos

y amenazas de muerte justo por allí,

escurriéndose por la esquina.

A determinadas horas, la gente decide

dispararse.

 

#2: Cheb

 

… y amenazas de muerte justo por allí, escurriéndose por

la esquina. A determinadas horas, la gente decide dispararse.

 

Densos colmenares, nube de humo oscurece barrios de apartamentos

con desconchones en sus fachadas. Algún que otro costillar

besa el escombro boca arriba, bebiendo unas últimas gotas

de aliento. «¡Es la hora de no bajar!», advierte una familia

entera atrincherada en su salón; al niño lo

regañan por salir a la terraza.

 

Ya con un pie en el asfalto y el hogar esperando a unos

pasos, Cheb recibe un disparo en la frente y tres en el pecho.

El cuello de la esposa queda rociado de grosella y el dibujo

ámbar de sus manos distorsionado por tan excesivo óleo. Aun

con el paso de las horas, una palma de ella continúa apretada

contra el pómulo, bañando su olfato en sangre sucia, pólvora.

Aquéllos que la sacan del coche cargan con ella con el tiento de

quien transporta una estatua de sal. Extremadamente frágil,

extremadamente fría. Sus ojos se han convertido en sodio al

ver caer el magma sobre el relieve amado. ¿Sodoma? Aún

corren esos tipos por ahí, llamando «puta» a la rígida

mujer del muerto y pidiendo perdón a Dios por la tosca

estética del insulto.

 

#3: Cheb

 

… corren esos tipos por ahí,

llamando «puta» a la rígida

mujer del muerto y pidiendo

perdón a Dios por la tosca estética

del insulto.

 

Él pensaba en despojar su nombre

del distintivo «Cheb». Ya no se

sentía joven y, qué carajo, van a

recordarlo siempre como tal.

Nunca dejará de ser aquél que se

arrojó sobre la mal extendida

grava y, por ser su voz hermosa

e incisivo su canto, ciertos curiosos lo

acompañaron en su camino.

 

 

 

 

* Distintivo en árabe: «el joven…».